domingo, enero 22, 2012

Barthes y el sujeto ausente japonés

 Barthes subraya la pertinencia de su intención al acercarse así a lo japonés en cuanto que en Japón el signo gobierna en cierto sentido toda manifestación vital. En la cultura japonesa el sujeto no existe, en parte como reflejo de la filosofía zen, y son las circunstancias que lo rodean y envuelven las que nos acercan a él, representándolo. Pero al mismo tiempo, y de manera paradójica pero plena de lógica, el signo es una envoltura vacía. El significante huye del significado, rompiendo el vínculo que debería unirlos, para no ser más que signo, imagen, representación. ¿De qué? Del vacío. La nada es el interior y el símbolo es sólo un exterior cambiante que nada quiere expresar. Desde esta peculiar óptica, Barthes se adentra en distintos aspectos de la cultura japonesa, a través de los cuales desarrolla la idea de significante vacío.
Así mismo, Barthes explora la ciudad japonesa y nos describe Tokio, una ciudad cuyas calles carecen de nombre y cuyo centro está vacío. Mientras que en Occidente el centro de las ciudades está ocupado por el poder religioso, político y administrativo, representados todos ellos por catedrales, ministerios y palacios, el centro de Tokio lo llena el palacio imperial, ocupado por un ser tradicionalmente divinizado e invisible. Es decir, el centro no cuenta para la vida ciudadana que en su día a día esquiva ese vacío que, sin embargo, se asume con naturalidad. Y en el centro de esa nada, se encuentra una idea, la de la divinidad imperial, ya vacía de significado también.

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