domingo, enero 22, 2012

La desobedicencia original

La religión japonesa, el shintoísmo, es una práctica  que no conoce un dios personal; es más bien una religión animista. Esta cosmovisión contiene tanto el mundo observado, o físico, como el no observado, o espiritual. No hay ninguna distinción marcada entre las dos realidades; lo que ocurre en una afecta a la otra. El mundo visible o físico consiste en lo que podemos ver, sentir y experimentar. Incluye las fuerzas de la naturaleza y los seres físicos. En el mundo visible, la tierra juega un papel destacado porque es considerada como una entidad viva, y suele ser adorada como la Madre Tierra. Se considera que la naturaleza está viva. Los montes, las cuevas, las montañas y los lagos suelen ser venerados como lugares sagrados. Los animales pueden ser encarnaciones de espíritus. Muchos son adorados como sagrados, como la vaca y el mono en India. Las plantas también contienen espíritus, y algunas son adoradas. Los bosques son considerados como lugares donde moran los espíritus. Pero, a diferencia del catolicismo y otras religiones monoteístas, el shintísmo no conoce un Dios personal.

Según uno de los diálogos de Platón, el hombre en su origen tenía forma esférica: un cuerpo que encerraba tres sexos y dos pares de piernas y brazos. Sin embargo, luego de desobedecer a los dioses, como castigo es dividido a la mitad y condenado a buscar su otra parte por el resto de sus días. Pero los dioses le advierten que, una desobediencia más a los dioses, otro olvido del hombre hacia los dioses y recibirán un nuevo castigo:

"Y existe el peligro que, si los dioses no son respetados, seamos de nuevo divididos por la mitad y tendremos que caminar como las figuras esculpidas en bajorelieve sobre los pilares, divididos en dos a lo largo de la nariz como los dados. "

Esta advertencia de Zeus me trae a colación las palabras de Jean Baudrillard en El Crimen Perfecto: “Lo que puede ocurrir, en cambio, es que no sean ya los cuerpos los que proyectan su sombra, sino las sombras las que proyecten su cuerpo, los cuales sólo serían la sombra de una sombra” Tal vez, como consecuencia del olvido de Dios, los hombres estemos condenados a olvidarnos de nosotros mismos, dividiéndonos en falsas imágenes de nosotros mismos.

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